En Filipinas, particularmente en Manila, existe un fenómeno único donde comunidades han establecido asentamientos humanos dentro de cementerios, como el Cementerio Norte (North Cemetery) y el Cementerio Sur. Este fenómeno, documentado en reportajes como el de Clarín (2018) y trajinandoporelmundo.com (2014), surge debido a la pobreza extrema, la superpoblación y la falta de acceso a viviendas asequibles en la capital, donde un tercio de los 13 millones de habitantes vive en asentamientos informales.
Características de los asentamientos
- Vida cotidiana entre tumbas: Miles de familias, como la de Ligaya García (70 años, residente del Cementerio Norte), han vivido durante generaciones en panteones, convirtiendo tumbas y mausoleos en hogares improvisados. Estas familias suelen cuidar las tumbas a cambio de poder habitarlas, ganando alrededor de 100 pesos filipinos mensuales (aproximadamente 1.8 USD) por panteón.
- Infraestructura básica: Los habitantes han adaptado los cementerios para la vida diaria, con acceso a electricidad, agua y comercios como tiendas «sari-sari» que venden productos básicos. Algunos panteones, originalmente construidos para familias adineradas, tienen varias habitaciones e incluso terrazas.
- Comunidad organizada: Los residentes han creado una comunidad funcional con actividades cotidianas: niños juegan entre tumbas, asisten a escuelas cercanas y participan en actividades parroquiales. Los cementerios cuentan con caminos, canchas de baloncesto, talleres y rutas de transporte como jeepneys.
- Herencia generacional: Muchas familias, como los García, heredan el rol de cuidadores de panteones, perpetuando la vida en el cementerio. Algunos nacen, crecen y mueren en estos lugares, considerándolos su hogar permanente.
Causas principales
- Crisis de vivienda: Según un informe del Departamento de Asentamientos Humanos y Desarrollo Urbano de Filipinas (DHSUD, 2025), hay 4.5 millones de personas sin hogar en el país, y se estima que esta cifra podría aumentar a entre 6.5 y 22 millones para 2040. En Metro Manila, medio millón de familias viven en barrios marginales o zonas de alto riesgo.
- Pobreza y superpoblación: La falta de recursos y el crecimiento demográfico en Manila, con 115.8 millones de habitantes a nivel nacional (censo 2024), han empujado a las personas a ocupar espacios no convencionales como cementerios.
- Adaptación cultural: Los residentes no temen vivir entre tumbas; algunos, como Ligaya García, creen que los espíritus los protegen. La festividad de «Undas» (Día de Todos los Santos) refuerza la conexión cultural con los cementerios, siendo una de las celebraciones más importantes del país.
Desafíos y condiciones
- Precariedad: Aunque algunos tienen techos de uralita, otros viven a la intemperie sobre tumbas, expuestos a lluvias monzónicas. Familias como la de Giselle Bautista (24 años, embarazada) enfrentan condiciones de hacinamiento con hijos pequeños.
- Desahucios: Algunos residentes alquilan panteones y pueden ser desalojados si no pagan, lo que genera inestabilidad.
- Riesgos sociales: La vida en cementerios está marcada por la marginalidad, con acceso limitado a servicios de salud y educación, aunque los niños asisten a escuelas cercanas.
Perspectiva cultural y social
Vivir en cementerios no es visto como un tabú por los residentes, quienes han normalizado su entorno. La comunidad del Cementerio Norte, por ejemplo, se enorgullece de su resiliencia y organización, con votantes registrados y visitas de políticos en campañas electorales. La influencia histórica del catolicismo, introducida durante la colonización española (1565-1898), ha moldeado una relación única con la muerte, evidente en celebraciones como el Día de Todos los Santos, cuando los cementerios se llenan de flores y visitantes.
Contexto histórico
La colonización española dejó un legado en la arquitectura de los cementerios, diseñados inicialmente para españoles y élites locales, con panteones robustos que hoy sirven como refugio. La posterior influencia estadounidense y la independencia en 1946 no resolvieron los problemas estructurales de pobreza, que persisten y alimentan este fenómeno.
Reflexión
Los asentamientos en cementerios reflejan la resiliencia de las comunidades filipinas ante la adversidad, pero también exponen las profundas desigualdades del país. Mientras los residentes encuentran formas de construir una vida digna entre tumbas, la falta de políticas efectivas de vivienda sigue perpetuando estas soluciones extremas. Este fenómeno, aunque culturalmente aceptado, subraya la urgencia de abordar la crisis habitacional en Filipinas.
